domingo, 12 de diciembre de 2010

Una idea compartida

En 1868, el científico británico James Maxwell había anunciado que, teóricamente, las ondas de radio debían existir. Veinte años después, esta predicción fue confirmada experimentalmente por el físico alemán Heinrich Hertz, quien demostró que tales ondas se comportan igual que la luz. En 1890, el médico y físico francés Edouard Branly inventó y construyó el primer detector de ondas radioeléctricas, el cohesor, un tubo lleno de limaduras metálicas. Y en Rusia, el físico A.Popov inició una investigación sobre los procedimientos para la detección de las tormentas eléctricas próximas conectando un aparato a un registrador meteorológico.
Todo estaba dispuesto para construir el primer sistema de telegrafía sin hilos. Pero Marconi pensó que las ondas electromagnéticas descubiertas por Hertz podrían usarse para señalizaciones. Y, en su laboratorio, inició la construcción de un excitador y un cohesor o receptor, separados por unos diez metros entre sí. El cohesor consistía en un recipiente de virutas de metal poco apretadas entre sí, que ordinariamente conducían poca corriente. Al ser incididas las limaduras metálicas por ondas de radio, aumentaba la corriente. De esta manera, las ondas de radio podían convertirse en una corriente eléctrica que era posible detectar fácilmente.
Por lo tanto, la idea de "telegrafiar sin hilos" había cruzado por algunos cerebros, aunque no llegó a manifestarse en realización alguna. Fue Marconi quien, provisto del aparato de Hertz, la antena de Popov y el cohesor de Branly, logró realizar efectivamente una transmisión de telegrafía sin hilos.

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